21 enero, 2012

Imagina una serie de desastrosas equivocaciones

Imagina que tienes un amigo o amiga (alguien del sexo opuesto al tuyo), no será muy difícil para la mayoría, espero.
Imagina entonces, que después de algunos meses te das cuenta de que hay algo que no es normal en vuestra relación, y entonces lo comentas con otros amigos. Ellos llegan a una conclusión: a esa persona le gustas. Tú lo niegas, ¿cómo puede ser eso posible? ¡Sólo somos amigos! Pero con el tiempo te das cuenta de que tienen razón, de que siempre la tienen, y es que parece, por todas sus acciones, que de verdad a esa persona le gustas. Y a partir del momento en el que te das cuenta de eso, poco a poco empiezas a imaginar qué pasaría, cómo sería si estuvierais juntos, y así un día, otro, otro... Hasta que sin darte cuenta te has ido enamorando de esa persona, te gusta aunque no lo quieras reconocer, aunque no lo reconozcas, aunque no te des cuenta.
Imagina ahora que de repente esa persona cambia y pasa de estar siempre hablando contigo de la más absoluta tontería a decirte que le gusta alguien, y te dice quien es esa persona. No, no eres tú. Pero en parte te alegras de que la relación que tiene "tu persona especial" con la persona que él/ella considera especial es bastante distante. Pasan los días, y te dice que va a hablar con esa persona para arreglar su relación, y que también le dirá que le gusta, además porque un pajarito le ha dicho que la atracción es mutua. Entonces tú debes quedarte con tu pokerface y aguantar lo que te venga.
Pero... ¿No estabas seguro de que a esa persona le gustabas? ¿No te lo había dicho todo el mundo, que se notaba? ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué es lo que no ha ido bien?
Imagina entonces qué harías, ¿hablar con esa persona, aunque sea a través de un simple chat, y decirle todo lo que te pasa? ¿O dejarlo pasar?
Dímelo, contéstame tú, ya que has hecho este ejercicio de imaginación, este ejercicio lleno de equivocaciones...

No hay comentarios:

Publicar un comentario